Y TUVIMOS QUE SALIRNOS DEL CAJÓN - PRIMERA PARTE
Y TUVIMOS QUE SALIRNOS DEL CAJÓN
PRIMERA PARTE
Estamos en sesenta días largos de cuarentena. Para
algunas personas ha sido un encierro; otras, lo han considerado un resguardo y
una protección; una parte no desdeñable, un confinamiento insufrible, y así
podríamos continuar encontrando diferentes opiniones sobre esta situación que
nos llegó de repente y cambió, casi que radicalmente, nuestras vidas.
Increíblemente en estos dos meses, hemos pasado por
diversas emociones que nos han llevado, como el yoyo con el que jugábamos en
nuestra niñez, unas veces arriba y otras veces abajo en una serie de
actividades múltiples para ser realizadas en un solo espacio y, en ese mismo
espacio, siempre con las mismas personas. Analizando esta montaña rusa que
hemos vivido podemos encontrar muchas situaciones, como las siguientes:
CUANDO NOS VAMOS
SATURANDO
Vamos quedando absortos con todo lo que oímos acerca de
los casos de maltrato intrafamiliar que se están presentando donde los niños
están siendo afectados significativamente y, todo, por la cuarentena que nos va
saturando.
Hay una gran diversidad de situaciones en esta cuarentena
donde hay personas solas, otras hacinadas, otras con una compañía normal, y, en
fin, diversos ambientes que se han venido convirtiendo, cada vez más, en
fricciones personales por las mismas condiciones restringidas en que se
encuentran estos grupos de personas.
Se podría decir, equivocadamente, que sería algo normal
que estas fricciones se den debido a las condiciones estresantes y rutinarias
que van agobiando a las personas. O llegar al punto de aceptarlo porque el ser
humano tiende a acomodarse en las situaciones, por más desesperadas que estas
sean.
¿Te estás viendo o empiezas a verte en esta situación?
¿estás sintiendo que vas llegando al punto de explotar?, recordemos como se han
incrementado en estas semanas las consultas por ansiedad y depresión.
Seguramente has sido testigo de alguna situación similar con alguno de tus
familiares o de tus vecinos. Yo lo he visto con vecinos, y afortunadamente, en
mi hogar todo marcha fluidamente y con tranquilidad.
Aquí, entramos a ver la bendición del discernimiento. En
estas situaciones estresantes se suelen presentar discusiones, en las cuales,
las personas se sienten bien por tener la última palabra, sin embargo, esa
sensación de satisfacción no dura mucho tiempo porque las personas involucradas
en estas discusiones terminan sintiéndose mal.
En las reflexiones del domingo de resurrección oímos
hablar sobre la mansedumbre que nos enseñó Jesús para sobrellevar los momentos
álgidos en tales situaciones, y esta virtud se puede lograr con el autocontrol
y el discernimiento asertivo. Vivir con mansedumbre no significa que no
deseemos estar en acción para lograr nuestros propósitos o que debamos perder la
autoestima para darle el paso a otros.
En esta situación, entra a jugar un papel muy importante
el control interno. Ayudándonos a entregar las respuestas correctas usando el
cerebro cortical y no, el primitivo, herencia del reptil. No es que debamos
estar en silencio en situaciones difíciles porque tampoco es lo correcto. Dios
nos dio el don del discernimiento para poder frenar las opiniones que salen con
el impulso automático y como reacción de defensa, con el fin de aplicar la
escucha activa con nuestros interlocutores, por más pesados que nos parezcan. Y
si queremos mantener relaciones armoniosas, es importante que demostremos
mansedumbre.
Cuando se presenta una discusión, se necesita de mucha
energía para permanecer sensatos en lugar de decir algo hiriente o agresivo.
Debemos pedir a Dios que nos ilumine y nos revele como aplicar la mansedumbre
en esos momentos.
Ahora, hay que poner
en práctica la Palabra:
Hacedores de la palabra
19 Por esto, mis amados hermanos, todo
hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;
20 porque la ira del hombre no obra la
justicia de Dios.
(Santiago
1:19-20 Reina-Valera, 1960)
Consejo: si estás sintiendo que te vas rebozando y que tu
mente se nubla por todo lo que oyes o te dicen, en tu espacio de confinamiento,
realiza este proceso con tu interlocutor antes de que explotes y tengas que
arrepentirte.
1. Observación: le vas a describir a tu interlocutor la
situación que estás observando, limitándote a los hechos y evitando añadir
juicios y/o pensamientos sobre él o ella. Debes ser neutral y no señalarle como
culpable ni juzgarle. Parece algo sencillo, pero si juzgas o señalas como
culpable a tu interlocutor, entonces abrirás una nueva y dura discusión donde
nadie sale bien librado.
2. Sentimientos y actitudes: le vas explicar los
sentimientos que esa situación despierta en ti diciendo, “yo me siento…”; es
importante, de nuevo, no mezclarlos con juicios. No puedes señalar como
culpable a tu interlocutor nunca. Nunca es nunca.
3. Necesidad: clarificar la necesidad que tienes. Por
ejemplo, “por favor, necesito un espacio en silencio mientras hablo en una
video llamada por una hora”. Luego, podremos entrar en el bullicio.
4. Petición: hacer una petición que sea realizable,
concreta y formulada en términos positivos. Aquí debes mostrar que eres
vulnerable y eso no quiere decir que eres débil. Pide lo que quieres, no pidas
lo que no quieres porque pueden malinterpretarte. Puedes estar seguro de que no
te van a decir que no, porque si has mostrado mansedumbre, has mostrado respeto
y esa es la garantía para llegar a un final de gana-gana. Ejemplo: “por favor,
les solicito que me ayuden a tener tranquilidad y silencio en mis llamadas para
poder concentrarme y tomar decisiones rápidas o poder entender claramente lo que
se habla”.
¿A QUIÉN RECURRO?
Siempre hemos escuchado esta pregunta: ¿a dónde y a quién
vas a pedir ayuda cuando te llegan los problemas?
Unas personas acuden a su cónyuge, otras van donde un
experto, otras se dirigen a su amigo(a) confidente, otras acuden un
recomendado, y así, cada quien define como enfrentar su situación. ¿A dónde
vamos? pues en estos tiempos, como que no tenemos muchas alternativas a donde
ir, a menos que sea a algún espacio particular al interior del lugar donde
estemos pasando esta encerrona.
Los problemas tienen algo particular y es la
característica de hundirnos en la incertidumbre o falta de información veraz,
no dejándonos ir a buscar los consejos en el libro más antiguo de
administración que existe sobre la faz de la tierra. Todo lo que dicen los más
famosos gurús de la administración ya está escrito en el fabuloso libro que es
la Biblia; con escritos de más de dos mil años y que siguen tan vigentes como
si se hubiesen escrito hace diez.
¿Has oído decir que el fuego puede ser, o bien benigno, o
bien peligroso según y cómo lo manejemos? Pues en este caso al buscar las
soluciones a nuestros problemas en la Palabra de Dios, el fuego se aviva y nos
calienta e ilumina a través del Espíritu Santo, quien nos va mostrando las
salidas para sobrellevar nuestras cargas, angustias y pesares.
Es entonces aquí, el momento donde debemos reaccionar y
no caer en la decisión terrenal de hacer lo que consideramos debe ser, sino lo
que nos dice este fabuloso libro de administración. Recuerda que la tierra no
es nuestra, solo somos seres de luz pasando temporalmente por estos lares,
debido a que Dios nos puso aquí para administrar todo lo que nos rodea. Por eso
es importante leer continuamente el libro que contiene la Palabra de Dios, pues
es nuestro vademécum para cualquier situación que tengamos, sea tristeza,
angustia, dolor, miedo, felicidad, agradecimiento, lo que sea, ahí lo podrás encontrar.
Sé que para muchos es tedioso esto y el solo hecho de
leer es un reto para una gran mayoría, pero la tecnología de hoy nos brinda los
audios con las explicaciones pertinentes por parte de conocedores de la
Palabra.
11 Enséñame, oh Jehová,
tu camino,
Y guíame por senda de rectitud
A causa de mis enemigos.
12 No me entregues a la
voluntad de mis enemigos;
Porque se han
levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad.
(Salmos
27:11-12).
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